L’Offred viu a la República de Galaad, un règim totalitari i teocràtic basat en el control del cos femení per part del govern. En un futur no gaire llunyà assolat per una natalitat en declivi, les dones fèrtils com ella només tenen una missió a la vida: garantir la descendència de l’elit dominant. El seu relat descarnat—a estones fred i irònic, d’altres vehement—desvelarà les tenebres d’una societat que es pretén virtuosa i ens demostrarà que ni l’estat més repressor pot contenir el desig de llibertat. Des de la seva publicació el 1985, El conte de la Serventa ha esdevingut un veritable clàssic de la literatura en llengua anglesa, i és que aquesta sàtira colpidora del fanatisme religiós i el totalitarisme interpel·la més que mai el nostre present i ens fa considerar la fragilitat dels nostres drets i llibertats més preats.
I read the Handmaid's Tale yesterday, finally. I'm disappointed. I did not like the writing style at all, there was no real story, just descriptions. And then it just ended. No conclusion or anything.
My best guess it's because the TV show was so intense and well made (at least the earlier seasons), and the book was... Not? Episodes would stay with me for days, but I'm struggling to recall the book.
Maybe the book is supposed to be unsatisfying to go with the theme. Nothing much happened after Gilead was created, every day just kinda goes by. Sure there was some torture and death, but... Eh.
Maybe I was expecting too much after all the praise it got. It's my first Atwood book, and way way outside of my usual genre (fantasy, scifi, horror).
“Criada” = persona que sirve a otra. Pienso en ese lugar ¿hostil? ¿macabro? ¿cruel? que plantea el libro a la mujer: ser criada, ser útil, ser objeto, ser vasija. La mujer reducida a un útero, esa vasija que llevamos dentro. Y que más vale que sea útil porque si no su vida no tiene sentido. El cuento de la criada, de Margaret Atwood marcó un momento fuerte en mi recorrido lector. Ocupó su espacio, digamos, adentro de mi cabeza. Generó un hueco donde instalarse y esparcir sus ideas como quien derrama una tinta que todo lo mancha. No importaba que después de leer, dejara el libro en otro sitio y quisiera pensar otras cosas. Lo único que lograba era ver la tinta extendiéndose en mi pensamiento y ocupando todo el lugar, como si mi cabeza fuera de papel muy poroso. De pronto solo podía pensar en ella, la criada de …
“Criada” = persona que sirve a otra. Pienso en ese lugar ¿hostil? ¿macabro? ¿cruel? que plantea el libro a la mujer: ser criada, ser útil, ser objeto, ser vasija. La mujer reducida a un útero, esa vasija que llevamos dentro. Y que más vale que sea útil porque si no su vida no tiene sentido. El cuento de la criada, de Margaret Atwood marcó un momento fuerte en mi recorrido lector. Ocupó su espacio, digamos, adentro de mi cabeza. Generó un hueco donde instalarse y esparcir sus ideas como quien derrama una tinta que todo lo mancha. No importaba que después de leer, dejara el libro en otro sitio y quisiera pensar otras cosas. Lo único que lograba era ver la tinta extendiéndose en mi pensamiento y ocupando todo el lugar, como si mi cabeza fuera de papel muy poroso. De pronto solo podía pensar en ella, la criada de la historia, su habitación, la casa, su entorno, su ventana, su mirada solo hacia adelante. La angustia en su cabeza moviéndose a la mía casi por ósmosis, quizás a través de mis manos que sostenían el papel de las páginas del libro. Definir hermandad, sororidad, aquelarre, definir el ser mujer, tiene otro sentido después de este cuento. Pone las ideas en otro lugar, las impregna de nuevos significados, las baldea con el horror de lo posible y las cambia. A veces es necesario hacer eso con las ideas y con los pensamientos. Ponerlos a prueba y ver si sobreviven. Animarnos a pensar qué tanto escondemos, qué tanto campo de visión oculta nuestro velo invisible, el que todas de alguna forma llevamos puesto en la cabeza, qué tanto sentir ocultan los trajes que llevamos sobre quienes somos. Qué tan dividida está la sociedad en la que realmente vivimos y qué tanto confiamos en quienes no conocemos. Comprender que no nos salvamos solas pero ¿cómo nos encontramos? ¿cómo nos reconocemos? Un libro que abrió preguntas y más preguntas, manchó de tinta roja mi biblioteca mental para siempre.