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4 estrellas
Hace 20 años en la feria del libro de Córdoba (Argentina), revolviendo estantes, como siempre, di con un título que me llamó la atención: El constructor de sueños. Leí la contratapa, lo hojeé y, lo confieso, lo leí entero en cuclillas frente al stand. Me lo llevé de regalo para alguno de mis hermanos. Ayer, 20 años después, revolvía libros en un stand de la Feria del libro de Villa Dolores (Traslasierra, Córdoba, Argentina) y me llamó la atención un título, el mismo de hace 20 años, sin recordar que era el mismo: El constructor de sueños. Hay un poder en esas palabras que evidentemente conecta conmigo a través de los años con la misma intensidad. Lo hojeé y sentí un ¿dejavú?, una ola de algo que fluía del pasado, hasta que descubrí la palabra Homerosterra entre las páginas y supe que era el mismo libro. Me lo traje conmigo. …
Hace 20 años en la feria del libro de Córdoba (Argentina), revolviendo estantes, como siempre, di con un título que me llamó la atención: El constructor de sueños. Leí la contratapa, lo hojeé y, lo confieso, lo leí entero en cuclillas frente al stand. Me lo llevé de regalo para alguno de mis hermanos. Ayer, 20 años después, revolvía libros en un stand de la Feria del libro de Villa Dolores (Traslasierra, Córdoba, Argentina) y me llamó la atención un título, el mismo de hace 20 años, sin recordar que era el mismo: El constructor de sueños. Hay un poder en esas palabras que evidentemente conecta conmigo a través de los años con la misma intensidad. Lo hojeé y sentí un ¿dejavú?, una ola de algo que fluía del pasado, hasta que descubrí la palabra Homerosterra entre las páginas y supe que era el mismo libro. Me lo traje conmigo. Lo leí ayer entero mientras duraba la siesta soñolienta de feria en las carpas. Pasan 20 años y algunas cosas no cambian pero otras sí. Perdón por el spoiler pero estas palabras casi finales del libro, en estas épocas donde el lenguaje muta y muchas veces desde el poder nos roban las palabras y les cambian el significado, digo... les dejo estas palabras y la encomienda de asumir nuestro deber y compromiso de volvernos constructores de sueños.
-Constructor de sueños, vemos que has comenzado tu tarea -dijo Aterra, sonriendo con gran dulzura.
-Todos realizaremos la tarea de construir sueños -contestó Gorcalp-. El secreto de Homerosterra es que los sueños se crean con palabras. Aquí diremos "pájaro", "cristal", "camino", "hermano", "luz", y todo aparecerá ante nosotros. Y si decimos "herida", "olvido" u "oscuridad", también se harán presentes. Lo que digamos formará parte de este mundo y lo tornará mejor o peor. Cada uno de nosotros deberá buscar dentro de sí lo que desea nombrar para su propia vida. Pero si nos equivocamos en las palabras, volveremos a crear aquello de lo que hemos huído. Aparecerán pesadillas de las que no podremos librarnos y llegará un día en el que ni siquiera recordaremos que somos capaces de construir sueños.