Una novela que no es. "Kentukis", de Samanta Schweblin, arranca sin preámbulos, presentando a este bicho cruza de mascota con juguete y juego electrónico desde la mirada más inquietante. La autora propone kentukis tiernos, con historias más cercanas a lo afectivo, pero después. La primera historia debe mostrar al kentuki con toda su potencialidad perversa. Se trata de un ¿juego? en el que alguien "compra" un kentuki, o sea un bicho de peluche, tosco, con forma de diversos animales (topos, conejos, pandas, cuervos, incluso un pequeño dragón) y se convierte en su "amo". El kentuki tiene una cámara conectada comandada por alguien más, alguien que, al azar, ha elegido "ser" un kentuki desde el teclado de su computadora o tablet en lugar de "tener" un kentuki. Una simple transacción comercial pone a dos desconocidos en contacto. De un lado una persona ve al bicho, interactúa con él, le muestra su …
Reseñas y comentarios
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eneroenlaciudad reseñó Kentukis de Samanta Schweblin
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3 estrellas
Una novela que no es. "Kentukis", de Samanta Schweblin, arranca sin preámbulos, presentando a este bicho cruza de mascota con juguete y juego electrónico desde la mirada más inquietante. La autora propone kentukis tiernos, con historias más cercanas a lo afectivo, pero después. La primera historia debe mostrar al kentuki con toda su potencialidad perversa. Se trata de un ¿juego? en el que alguien "compra" un kentuki, o sea un bicho de peluche, tosco, con forma de diversos animales (topos, conejos, pandas, cuervos, incluso un pequeño dragón) y se convierte en su "amo". El kentuki tiene una cámara conectada comandada por alguien más, alguien que, al azar, ha elegido "ser" un kentuki desde el teclado de su computadora o tablet en lugar de "tener" un kentuki. Una simple transacción comercial pone a dos desconocidos en contacto. De un lado una persona ve al bicho, interactúa con él, le muestra su vida y su cotidianeidad, le habla; del otro lado alguien ve todo lo que sucede con el kentuki y lo maneja cual títere. Como sucede con las relaciones personales, este encuentro mediado por el kentuki abre un sinfín de probabilidades: relaciones de amistad, de cooperación, de compañía, de aventura, de indiferencia, de maltrato, violencia e incluso perversión. No falta quien entra al juego no para jugar sino para intentar hacer negocios.
El primer relato arranca con tapones de punta. El kentuki, parado sobre una güija, busca las letras para dejar su mensaje, extorsiona para no difundir la información y videos que ha recolectado de la casa. En los capítulos siguientes la autora presenta otros kentukis. Lo que parece una primera parte introductoria del espectro de personajes protagonistas que tendrá la novela pronto adquiere forma de catálogo. La autora nunca deja de presentar personajes. Pronto es bastante enredado recordar nombres y situaciones. Algunas historias tienen continuación saltando capítulos, van avanzando como si fueran un cuento fragmentado e insertado a lo largo del libro. Otras historias solo se presentan, como si fueran un micro relato aislado. Las historias que continúan van conformando una distopía donde de a poco todas las relaciones van migrando a un escenario oscuro que provoca o refleja lo peor de cada ser humano. Alguna no, como la historia del pibe que manipula un kentuki liberado al otro lado del mundo y sueña con conocer la nieve. Pero nada sale bien. Mientras leo me pregunto: en este juego nefasto qué preferiría ser yo, ¿amo? y dejar mi vida expuesta a los ojos de un muñeco con un espía adentro... o "ser" kentuki y observar desde una computadora la vida de otros dejando de lado la mía propia... Algo es claro. Quien diseñó el juego, anulando la posibilidad de comunicación entre las dos partes, dejó bien sentada una postura: la falta de comunicación, de palabra, de vínculo mediado por la comprensión del otro, rompe cualquier posibilidad de volvernos mejores personas.
eneroenlaciudad valoró Vamos a cazar un oso: 5 estrellas
Comment by Kim Stanley Robinson, on The Guardian's website: The Left Hand of Darkness …
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5 estrellas
En el verano alguien en la feria del libro de Nono (Traslasierra, Córdoba, Argentina) me recomendó este libro. En realidad había dos de Úrsula K. Le Guin, este "La mano izquierda de la oscuridad" y otro que ahora no recuerdo cuál era. Leí ambas contratapas y seguí indecisa. El pibe del puesto me dijo que este era su preferido. "Tiene notas, cada varios capítulos", dijo, "casi antropológicas". La sola mención de una mirada antropológica en un libro de ciencia ficción en el que un enviado terrestre explora un mundo extraterrestre me resultó alucinante. Lo compré sin dudar. Después gente que sabe, me dijo que este es la segunda parte de una historia, o sea que empecé al revés. Pero que a la vez empecé bien.
Me costó al comienzo, los líos y elucubraciones de las jerarquías políticas no son mis temas literarios preferidos, pero avanzado el relato me encontré de …
En el verano alguien en la feria del libro de Nono (Traslasierra, Córdoba, Argentina) me recomendó este libro. En realidad había dos de Úrsula K. Le Guin, este "La mano izquierda de la oscuridad" y otro que ahora no recuerdo cuál era. Leí ambas contratapas y seguí indecisa. El pibe del puesto me dijo que este era su preferido. "Tiene notas, cada varios capítulos", dijo, "casi antropológicas". La sola mención de una mirada antropológica en un libro de ciencia ficción en el que un enviado terrestre explora un mundo extraterrestre me resultó alucinante. Lo compré sin dudar. Después gente que sabe, me dijo que este es la segunda parte de una historia, o sea que empecé al revés. Pero que a la vez empecé bien.
Me costó al comienzo, los líos y elucubraciones de las jerarquías políticas no son mis temas literarios preferidos, pero avanzado el relato me encontré de pronto apasionada entre las páginas de ese mundo. Un mundo llamado Gueden o Invierno, cuyos habitantes son hombres y mujeres al mismo tiempo, una extrañeza para mí y para Genly Ai el terrestre protagonista, una extrañeza que conforme pasan las páginas y uno se sumerge en el intrincado conocimiento de Estraven, el guedeniano, va desapareciendo. Un viaje por un mundo helado, al borde de las resistencias humanas, a la sombra de la oscuridad y la nieve, con la compañía cálida de alguien con quien gesto a gesto se edifica una amistad.
Las preguntas que los personajes van haciéndose o dejando insinuadas a la vera del camino siguen resonando, preguntas sobre la humanidad, sobre el patriotismo, sobre género, sobre amistad y amor, sobre lealtad, sobre hospitalidad y honestidad.
Este primer libro que leo de Úrsula K. Le Guin puso la vara bien alta. Ahora... ¿Por cuál sigo?
eneroenlaciudad valoró El soñador: 4 estrellas
eneroenlaciudad valoró Hilda and the Black Hound: 5 estrellas
eneroenlaciudad valoró Hilda and the Stone Forest (Hildafolk): 5 estrellas
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5 estrellas
“La cazadora de libros” es una historia narrada en clave de historieta y dividida en capítulos, que recuperó las viñetas publicadas originalmente en la contratapa de ADN, la revista cultural de diario La Nación y tiene ahora una segunda vida como novela gráfica a todo color publicada por Editorial Común.
Para un amante de los libros y la lectura ya desde el título se trata de un ejemplar irresistible. En la primera página una joven mujer ataviada a la antigua, baja del tren y pregunta por la biblioteca. “Está en aquella dirección”, le responden, “si quiere sacarle una foto hágalo de lejos…”. “No vine a sacar fotos”, dice quien después sabremos es Úrsula, lectora apasionada y curiosa, ávida de aventuras, aspirante a cazadora de libros y última esperanza de salvación de la biblioteca del pueblo, y remata decidida: “voy a entrar”. Tres carteles advierten “cuide a los niños”, “libros sueltos”, …
“La cazadora de libros” es una historia narrada en clave de historieta y dividida en capítulos, que recuperó las viñetas publicadas originalmente en la contratapa de ADN, la revista cultural de diario La Nación y tiene ahora una segunda vida como novela gráfica a todo color publicada por Editorial Común.
Para un amante de los libros y la lectura ya desde el título se trata de un ejemplar irresistible. En la primera página una joven mujer ataviada a la antigua, baja del tren y pregunta por la biblioteca. “Está en aquella dirección”, le responden, “si quiere sacarle una foto hágalo de lejos…”. “No vine a sacar fotos”, dice quien después sabremos es Úrsula, lectora apasionada y curiosa, ávida de aventuras, aspirante a cazadora de libros y última esperanza de salvación de la biblioteca del pueblo, y remata decidida: “voy a entrar”. Tres carteles advierten “cuide a los niños”, “libros sueltos”, “danger”.
La primera página promete lo que el libro es: una novela gráfica de aventuras que no escatima en referencias literarias de libros, autores y tramas de ciencia ficción, non sense, aventuras, clásicos, con remates de humor, gags y la fachada de la biblioteca apareciendo imperturbable una y otra vez a lo largo del libro, más precisamente 35 veces.
Los dibujos de Max Cachimba resaltan en partes iguales, climas de misterio en las escenografías creadas con una paleta de colores envejecidos y personajes contundentes de líneas definidas y rasgos simples que con un pequeño movimiento de línea logran las más variadas expresiones. Molinari es el encargado de la biblioteca, un tipo afable, burocrático que pretende mostrarse rutinario pero que el lector intuye disfruta de la aventura tanto como Úrsula. Víctor Landor es el asistente bibliotecario que abandonó el trabajo para mudarse a los fondos de la biblioteca a planear la revolución de los libros. Junto a Úrsula, conforman una triada de personajes delirantes y extravagantes que, a lo largo de la trama, resultan absolutamente queribles.
“¿Está perdido? Tome un plano, haga un avioncito… arrójelo y sígalo…” dice un cartel. Los números-hormiga escapados de los libros de matemática que guían por las salas de la biblioteca, el atlas que envía a destino por correo postal lo que sea que alguien guarde entre sus páginas, los libros que al abrirlos escapan flechas de Robin Hood o tentáculos de pulpos y meteoritos, los personajes, espacios y rutas más inverosímiles transitan con absoluta normalidad por este libro de aventuras para todas las edades.
(reseña publicada en La Nueva Mañana, de Córdoba, Argentina en enero de 2019)
eneroenlaciudad valoró El cuento de la criada / The Handmaid's Tale: 5 estrellas

El cuento de la criada / The Handmaid's Tale por Margaret Atwood
The Handmaid's Tale is a dystopian novel by Canadian author Margaret Atwood, published in 1985. It is set in a …
eneroenlaciudad valoró Momo: 4 estrellas

Michael Ende: Momo (1984)
Momo por Michael Ende
Momo, also known as The Grey Gentlemen or The Men in Grey, is a fantasy novel by Michael Ende, published …
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5 estrellas
Desde la tapa Butti te invita a jugar. Llegaron las cajas nuevas con las novedades a nuestro espacio de librería. Y este es una delicia. "¿Jugamos?" de Svein Nyhus, editado por Niño Editor.
La faja tiene una nota del editor que dice: "¿Puede un libro ser más divertido que una pantalla? Jugamos es un brote fresco del pensamiento pedagógico escandinavo. Una respuesta del mundo analógico al mundo digital".
Con Mauri, mi compañero, lo leímos y jugamos, con un poco de inhibición, como todo adulto entre adultos jugando a cosas de chicos. Y finalmente lo dejamos nuevamente en la caja.
Mi hija pequeña pasó un rato después. Hizo un paneo general de la mesita, el sillón las cajas y el desparramo de libros y la mano buscó rápidamente este.
-Má, ¿cómo se llama?
Abro el libro y busco.
-Me llamo Butti. Pero puedes llamarme como quieras. Vivo acá adentro.
-¿Me lo …
Desde la tapa Butti te invita a jugar. Llegaron las cajas nuevas con las novedades a nuestro espacio de librería. Y este es una delicia. "¿Jugamos?" de Svein Nyhus, editado por Niño Editor.
La faja tiene una nota del editor que dice: "¿Puede un libro ser más divertido que una pantalla? Jugamos es un brote fresco del pensamiento pedagógico escandinavo. Una respuesta del mundo analógico al mundo digital".
Con Mauri, mi compañero, lo leímos y jugamos, con un poco de inhibición, como todo adulto entre adultos jugando a cosas de chicos. Y finalmente lo dejamos nuevamente en la caja.
Mi hija pequeña pasó un rato después. Hizo un paneo general de la mesita, el sillón las cajas y el desparramo de libros y la mano buscó rápidamente este.
-Má, ¿cómo se llama?
Abro el libro y busco.
-Me llamo Butti. Pero puedes llamarme como quieras. Vivo acá adentro.
-¿Me lo contás?
Y allá fuimos. Es un libro con pantalla touch 😁 pero mucho más. Porque el dedo recorrió caminitos, tocó manchas, empujó hamacas, y mi niña susurró en orejas, recogió secretos y abrazó el libro, o a Butti o a ambos. Lo guardó después en la caja como quien acuesta una muñeca en su camita.
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4 estrellas
Hace 20 años en la feria del libro de Córdoba (Argentina), revolviendo estantes, como siempre, di con un título que me llamó la atención: El constructor de sueños. Leí la contratapa, lo hojeé y, lo confieso, lo leí entero en cuclillas frente al stand. Me lo llevé de regalo para alguno de mis hermanos. Ayer, 20 años después, revolvía libros en un stand de la Feria del libro de Villa Dolores (Traslasierra, Córdoba, Argentina) y me llamó la atención un título, el mismo de hace 20 años, sin recordar que era el mismo: El constructor de sueños. Hay un poder en esas palabras que evidentemente conecta conmigo a través de los años con la misma intensidad. Lo hojeé y sentí un ¿dejavú?, una ola de algo que fluía del pasado, hasta que descubrí la palabra Homerosterra entre las páginas y supe que era el mismo libro. Me lo traje conmigo. …
Hace 20 años en la feria del libro de Córdoba (Argentina), revolviendo estantes, como siempre, di con un título que me llamó la atención: El constructor de sueños. Leí la contratapa, lo hojeé y, lo confieso, lo leí entero en cuclillas frente al stand. Me lo llevé de regalo para alguno de mis hermanos. Ayer, 20 años después, revolvía libros en un stand de la Feria del libro de Villa Dolores (Traslasierra, Córdoba, Argentina) y me llamó la atención un título, el mismo de hace 20 años, sin recordar que era el mismo: El constructor de sueños. Hay un poder en esas palabras que evidentemente conecta conmigo a través de los años con la misma intensidad. Lo hojeé y sentí un ¿dejavú?, una ola de algo que fluía del pasado, hasta que descubrí la palabra Homerosterra entre las páginas y supe que era el mismo libro. Me lo traje conmigo. Lo leí ayer entero mientras duraba la siesta soñolienta de feria en las carpas. Pasan 20 años y algunas cosas no cambian pero otras sí. Perdón por el spoiler pero estas palabras casi finales del libro, en estas épocas donde el lenguaje muta y muchas veces desde el poder nos roban las palabras y les cambian el significado, digo... les dejo estas palabras y la encomienda de asumir nuestro deber y compromiso de volvernos constructores de sueños.
-Constructor de sueños, vemos que has comenzado tu tarea -dijo Aterra, sonriendo con gran dulzura.
-Todos realizaremos la tarea de construir sueños -contestó Gorcalp-. El secreto de Homerosterra es que los sueños se crean con palabras. Aquí diremos "pájaro", "cristal", "camino", "hermano", "luz", y todo aparecerá ante nosotros. Y si decimos "herida", "olvido" u "oscuridad", también se harán presentes. Lo que digamos formará parte de este mundo y lo tornará mejor o peor. Cada uno de nosotros deberá buscar dentro de sí lo que desea nombrar para su propia vida. Pero si nos equivocamos en las palabras, volveremos a crear aquello de lo que hemos huído. Aparecerán pesadillas de las que no podremos librarnos y llegará un día en el que ni siquiera recordaremos que somos capaces de construir sueños.
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4 estrellas
Juliana logra crear una voz infantil, la de Benjamin el protagonista, con mucha espontaneidad y credibilidad. Hay un juego, a mitad de camino entre la escritura y la puntuación, en el que la autora deja fluir los pensamientos de Ben libremente.
La relación con sus padres y su amigo Carlos van y vienen como cualquier relación interpersonal. El amor y complicidad con su mamá esconden todo el tiempo sugerentes dudas del lector (¿está enferma la mamá, va a morir, sufre violencia de género?), el temor o respeto a su padre, quien ha perdido la alegría que solo queda en los recuerdos de Ben (de épocas en las que el padre aún no tenía un alien dentro de su cuerpo ocupando el lugar del corazón).
Las expresiones colombianas tiñen el texto de un localismo que por momentos dificulta la comprensión a quienes leemos desde otros países, a la vez que enriquece …
Juliana logra crear una voz infantil, la de Benjamin el protagonista, con mucha espontaneidad y credibilidad. Hay un juego, a mitad de camino entre la escritura y la puntuación, en el que la autora deja fluir los pensamientos de Ben libremente.
La relación con sus padres y su amigo Carlos van y vienen como cualquier relación interpersonal. El amor y complicidad con su mamá esconden todo el tiempo sugerentes dudas del lector (¿está enferma la mamá, va a morir, sufre violencia de género?), el temor o respeto a su padre, quien ha perdido la alegría que solo queda en los recuerdos de Ben (de épocas en las que el padre aún no tenía un alien dentro de su cuerpo ocupando el lugar del corazón).
Las expresiones colombianas tiñen el texto de un localismo que por momentos dificulta la comprensión a quienes leemos desde otros países, a la vez que enriquece la lectura con los colores, los contextos y las realidades de otro país.
Las ilustraciones son palabra mayor. Elizabeth juega con los trazos y colores suavizando escenas que se leían violentas o desgarradoras y que con su mirada visual se vuelven más cercanas, incluso cómplices o hasta graciosas.
La imaginación de Ben encontrando explicaciones a sus delirantes teorías tienen la cuota justa de ternura, inteligencia y sinceridad como para no poder más que construir una complicidad hermosa con su infancia, querer zamarrear a su padre y pedirle que le preste atención al pibe y le de un abrazo, alcanzarle algo rico a la madre y decirle que no afloje, que al final todo saldrá bien y empezar a buscar señales para descubrir los aliens que todos llevamos dentro.
Me encantó la historia y la voz de Benjamin. Las ilustraciones una belleza. Super recomendado.